La obsesión femenina de Héctor Torres

 El escritor, de 42 años, autodefinido como autor del asombro, incluye el mundo femenino como el más privilegiado de esos asombros. Esa exploración que ha hecho en cuerpo y en letras tuvo su comienzo.
 

Foto: Luis Brito

Héctor Torres descubrió su vocación narrativa por lo femenino a los cinco años de edad. No fue con La Huella del Bisonte (Norma 2008), que resume parte de su obsesión más recurrente: La mujer. Ésta, de hecho, constituye su más amplio abordaje literario y, también, un estímulo de vida activado desde la falda de su madre Rosa, a quien solía insistirle que repasara su cuento favorito, El niño astro, de Oscar Wilde. “Le fascinaba”, recuerda Rosa. “Cada noche me pedía que se lo leyera”.

Cuando evoca ese pasado, Héctor sonríe: “Eran momentos muy especiales, porque mi madre me lo dedicaba sólo a mí. Mis hermanos mayores, Gustavo y Wilmer, estaban en otra cosa y resultaba sabroso compartir sólo con ella”.

Enseguida celebra con un trago de cerveza, que ha pedido en una tasca de Altamira, a donde suele ir. Allí el reloj marca las 5:00 p.m., de un día viernes. El sitio, aunque vacío, se torna ruidoso. El murmullo de algunos clientes se alterna con la bulla de una licuadora encendida, que desarmoniza con el son de una bachata.

Relajado, como parece, con el calor apaciguado, el autor cuenta que comenzó a ejercitar la escritura durante la adolescencia, mientras cursaba el octavo grado en el Instituto Técnico Jesús Obrero, en Catia. Allá experimentó su primer taller literario, guiado por el padre jesuita Aguirre, apellido por el que se reconocía al profesor de castellano.

Sucedió que el docente decidió saltarse el programa habitual de la materia y, optó por ejercitar la mente y la imaginación del alumnado a través de la poesía y la narrativa. “Con el maestro Aguirre descubrí el placer de la creación de la palabra: el poder lúdico de la literatura, la capacidad de expresión y el entendimiento del otro a través de la palabra escrita”.

Norma, 2008

Héctor demuestra esta habilidad en su primera novela La Huella del Bisonte, al narrar -desde una sensibilidad, considerada casi femenina por algunos- las múltiples experiencias y emociones que vive la mujer en su despertar sexual. 

Algunas voces del ámbito cultural del país creen que la vida de este autor tiene un paralelismo con sus personajes, en quienes sus vidas, una vez cruzado el puente no tienen camino de retornos. No lo hubo para Héctor Torres, que desde temprana edad se dejó cautivar por la estética de la expresión. Esa pasión quedó sellada a los 16 años cuando se enfrentó a la obra del escritor argentino Jorge Luis Borges. “A través de los cuentos de Borges descubrí el placer que produce la curiosidad por el mundo. Conocer a un anciano (Borges) que puede reírse de las cosas solemnes del mundo me abrió la cabeza”.

Haciendo flashback, se recuerda como un chico melancólico que, mientras cursaba quinto grado, se asomó –no revela cómo- a la fuente del deleite femenino. “El hecho de no haber crecido con hembras contemporáneas a mí, sin duda, hizo que mi encuentro con ellas fuera algo lleno de perplejidad, de asombro, de angustia, de curiosidad y, bueno, eso se quedó como una naturaleza, un poco a mitad de camino entre erótica y tierna.”

Con 42 años de vida, Héctor Torres parece sentirse aún muy joven para haber descifrado a las mujeres, su principal argumento como escritor. “Cada chica es un misterio, con sus reacciones, su historia, sus peculiaridades. Mi asombro ante las mujeres es interminable.”

Apenas lo ha disuelto, su asombro, por medio de historias contadas por ellas, a las que se conecta, de acuerdo con su explicación, excluyendo su mirada primitivamente masculina. “Privilegio los razonamientos que ellas me ofrecen, viéndolas como seres humanos, entendiendo su lógica.”

¿Qué genera en ti el hecho que las lectoras reconozcan y se identifiquen con la sensibilidad con que tratas las complejidades femeninas en tu novela?

“No es fácil. A veces no lo entiendo. Me perturba un poco. Porque yo no estaba buscando ese reconocimiento y esa gratitud, fue un resultado fortuito. Yo quería desentrañar algo que me causaba angustia, resolver un misterio de la vida. Yo prefiero definirme como un autor de un asombro, pero lo femenino es uno de mis asombros predilectos”.

 

 

SU OBRA NARRATIVA

Héctor Torres es fundador del portal Ficción Breve Venezolana. Además, editó el libro de cuentos El amor en tres platos (Equinoccio, 2007). Su obra ha sido publicada en siete antologías, entre ellas Las voces secretas (Alfaguara, 2006) y Tatuajes de Ciudad (Sacven, 2007). Ha colaborado con diversas publicaciones impresas y digitales, como: Veintiuno, Fundación para la Cultura Urbana y Prodavinci. También, es creador del Premio de Novela a la Crítica, y organizador del Premio de Cuento para Jóvenes Autores de la Policlínica Metropolitana y de la Semana de la Narrativa Urbana.

Obtuvo mención especial en las ediciones 2001 y 2003 del Concurso Nacional de Cuentos de la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela (Sacven), y en la primera edición del Premio de Cuentos para Jóvenes Autores de la Policlínica Metropolitana, además de haber sido finalista del Premio Bienal de Novela Adriano González León, en su edición 2007.

En el 2010, fue invitado por el gobierno de Alemania, a través de Goethe-Institut y su embajada en Venezuela, junto con 11 periodistas y editores latinoamericanos especializados en literatura, a la Feria del Libro de Fráncfort 2010. El evento es considerado el mercado más importante para los libros, los medios de comunicación, los derechos y licencias en todo el mundo.

***Texto seleccionado del taller Periodismo de autor, dictado por Néstor Luis Llabanero en Icrea Escuela de Escritores, Caracas